La llegada de la jubilación supone un cambio radical en la vida de cualquier persona, y no deja de ser un hecho evidente que no solemos prepararnos demasiado para los cambios. Lo cierto es que únicamente se realizan  previsiones a nivel económico  para esta etapa, dada la merma  en los recursos que la nueva situación puede suponer.

Pese a ello,  uno de los interrogantes  fundamentales a los que habrá de enfrentarse el nuevo jubilado al que probablemente le queda más de un tercio de su vida por disfrutar, o eso es lo que dicen las tan manidas estadísticas,  es cómo va a ocupar su tiempo, cómo va a rellenar sus horas y espacios libres  tras  perder su “status” de persona activa.

Para muchos de aquellos que no están deseando que llegue el momento de dejar de trabajar,  una buena alternativa personal  puede ser la jubilación activa que  les va a permitir compatibilizar  el cobro de su pensión con el trabajo por cuenta propia o por cuenta ajena, prolongando de este modo su vida laboral. Con esta nueva figura, dicen que se reducirá la carga del sistema de pensiones pero se seguirán recaudando impuestos, pero lo cierto es que debe ser objeto de reflexión para todos aquéllos a los que se aproxima su tránsito a la tercera fase en buenas condiciones físicas y con mucho por hacer en el mundo profesional o empresarial. Además,  de seguro evitará la pérdida de tantas y tantas empresas en la que la ausencia de  sucesor o la pésima aplicación del teórico protocolo familiar, las han hecho desaparecer.